A los pocos años del descubrimiento del petróleo en 1945, era cada vez más imprescindible para el desarrollo del país contar con una refinería de crudo. Recién había terminado la Segunda Guerra Mundial, y el gobierno de la época tenía claro que necesitaba autonomía energética a través de la refinación local de petróleo.
A fines de la década del 40, Valparaíso y San Antonio se disputaban palmo a palmo su construcción. Por ello, una multitud se congregó en mayo de 1949 en la Plaza Sotomayor del puerto para celebrar que la elección del gobierno del presidente Gabriel González Videla había recaído en Valparaíso. La presión social de ese entonces hizo efecto. Se necesitaba urgente una fuente de empleo importante para la zona.
Finalmente, los porteños decidieron que fuera Concón por las ventajas comparativas que poseía este sector de la Quinta Región, junto al Río Aconcagua.
La construcción partió en 1952 con la llegada de piezas de gran tamaño al puerto de Valparaíso, toda una revolución para la época. Su construcción fue supervisada durante cuatro años por ingenieros de la firma estadounidense M.W. Kellogg.
En 1953 la refinería comenzaba a adquirir forma. La logística para movilizar equipos de gran tamaño era compleja y demandaba una precisa planificación. La Torre Fraccionadora de Topping (E-1), por ejemplo, fue transportada por tierra desde Valparaíso, atravesando sectores como Reñaca, causando gran expectación entre los habitantes del sector.
El desembarco de las estructuras mayores tuvo lugar en las cercanías de Playa Amarilla de Concón, y su traslado a la planta se hizo con apoyo de grúas y tractores. Estas maniobras, resguardadas por Carabineros, marcaron un hito en la ingenía nacional. Simultáneamente, en tierra se avanzaba con rapidez: se construían los primeros estanques de agua (T-251 y T-252), se instalaban las fundaciones del horno B-601 y comenzaba el montaje del Topping, núcleo del proceso de refinación.
La tarde del sábado 12 de noviembre de 1955, la refinería fue finalmente inaugurada por el presidente Carlos Ibáñez del Campo. La ceremonia contó con una amplia cobertura de la prensa, especialmente de El Mercurio de Valparaíso, y reunió a ministros, autoridades militares, religiosas y locales, así como representantes de la comunidad empresarial, que celebraron la apertura de un nuevo polo industrial para el país.
Han pasado siete décadas y Refinería Aconcagua se ha modernizado continuamente hasta llegar a ser la compañía estratégica que hoy conocemos. Su rol es esencial y necesario para la vida de las personas. Opera de manera continua las 24 horas del día, los 365 días del año. En la actualidad es capaz de procesar más de 100 mil barriles diarios de crudo y hoy produce la mayor cantidad de combustibles que necesita la zona central de Chile, incluyendo la cada vez mayor demanda de la Región Metropolitana.
Mirando al 2040, la hoja de ruta de Enap considera a Refinería Aconcagua como un nodo de innovación multienergética, que equilibra tradici&ón, vanguardia, disciplina operacional y valores compartidos, y que es capaz de transformar desafíos en oportunidades.